Me bajé del coche de Rodrigo aún con la incertidumbre en el
cuerpo de no saber qué era lo que me tenía preparado. Según dijo tenía un
entrenamiento especial, lo cual me sonaba a agujetas durante un mes mínimo.
Caminamos un poco hasta adentrarnos más en el espesor del
bosque y alejarnos de las zonas en las que las personas normales pudieran
vernos. Caminé sin apenas prestar atención a mis pasos, ya tenía suficiente con
pensar en las posibles torturas que iba a sufrir hoy.
Rodrigo se paró de repente y me dispuse a comenzar el entrenamiento
fuera lo que fuese lo que me tenía preparado, pero puedo aseguraros con toda
certeza que no estaba preparada ni un poco para lo que vieron mis ojos.
Frente a mí se alzaban cuatro personas, todas con el mismo mono
negro que Rodrigo me había obligado a ponerme antes de salir de casa y que a mí,
personalmente, me recordaba a los trajes de los ninjas del 500 a.C., pero esa
era mi humilde impresión. El mono era ligeramente holgado por la parte del
muslo y ceñido en las pantorrillas, lo cual era un buen punto a la hora de
correr, y si no me creéis corred vosotros con unos pantalones que os quedan
anchos a ver cuántas veces os caéis con ellos. Llevaba incorporada una capucha
que apenas sí dejaba ver los ojos de la persona que llevaba el traje e iba
acompañado con unas comodísimas botas que, para lo que parecían en un primer
principio, eran increíblemente ligeras.
Me fijé en sus caras, había dos personas, un chico y una
chica, que parecían ser de la edad de Rodrigo. Es más, estoy por jurar que a
esa chica ya la había visto antes, pero si os soy sincera, no tengo ni la menor
idea de dónde.
La chica era sorprendentemente guapa, casi parecía una
modelo. Tenía el pelo blanco a juego con unos increíbles ojos azules con unas pestañas que parecían de
anuncio. Su piel no tenía ni la más mínima imperfección y…, bueno podría
continuar así eternamente, pero creo que con deciros que era una de las chicas
más guapas que había visto a lo largo de mi vida os podéis hacer una ligera
idea.
Por otro lado estaba el chico que parecía tener más o menos
su misma edad. A primera vista parecía increíblemente grande, pero no grande en
el sentido de que mida dos metros o más, sino que, aparte de ser alto estaba
completamente musculado. No eran de esos músculos que de tan exagerados quedan
hasta mal, sino de los músculos que salen tras años y años de entrenamientos
intensos, pero sin tener el objetivo de lucir músculos, sino con el objetivo de
romper un muro de un puñetazo, aunque me da que precisamente los muros no eran
su objetivo. Tenía el pelo negro, pero se podían apreciar un ligero color
blanco en las raíces de su pelo, el cual llevaba completamente corto. Tenía los
ojos marrones oscuros y una expresión que hizo que un escalofrío recorriera todo
mi cuerpo, digamos que imponía respeto.
Tras ellos había dos chicos. El primero era de mi edad,
quizás un poco mayor. Tenía el pelo castaño claro y unos ojos verdes que daban
la impresión de ser los ojos más amables que había visto en toda mi vida. El
chico era delgaducho y alto, pero aun así daba la impresión de ser lo
suficientemente fuerte. Me miró con una gran sonrisa de oreja a oreja, lo cual
me tranquilizó un poco.
A su lado había otro
chico, no parecía ser muy alto, y al lado de los otros dos no parecía ser nada
del otro mundo. Tampoco puedo deciros mucho de él puesto que me estaba dando la
espalda, pero si os sirve de algo el dato, su pelo era castaño oscuro.
-Bien, ya estamos todos- Dijo la chica con una voz que
sonaba dulce y cantarina, más que un dragón esta chica da la sensación de ser
un hada.- ¿Por qué no nos presentamos todos? Comienza tú dijo señalando el
chico alto de mi edad.
-Oui. Me llamo Remi- Dijo con un marcado acento francés.
Seguidamente miró de nuevo a la chica esperando a que ella dijera algo. Algo me
dice que no maneja mucho nuestro idioma.
-Está bien, yo soy Kelly y soy la maestra de Remi.
Encantada.
-Yo soy Rodrigo, y esta idiota de mi derecha es Irene- No
parece poder soportar estar ni cinco minutos sin insultarme. Le fulminé con la
mirada esperando que se diera por aludido, pero directamente me ignoró, qué
raro.
-Yo soy Iván, y soy el maestro de Nick- La verdad es
que verle impresiona seriamente, pero
oírle hablar directamente acojona.
Una vez hube asimilado la información me quedé francamente
sorprendida. ¿Nick? Miré al chico que ya no parecía darnos la espalda, pero que
aún continuaba mirando hacia otra parte. No me había fijado hasta ahora pero su
altura y complexión eran bastante similares, y el color de su pelo y el corte
eran completamente iguales, aunque era un peinado muy típico por lo que no le
había dado mucha importancia hasta ahora.
-¿Nick?- Dije mirándole fijamente esperando que se girara y
poder comprobar si realmente era el Nick que yo me temía.
Giró ligeramente la cabeza y pude ver sus inconfundibles
ojos verdes. No sé qué ocurrió en ese preciso instante, sólo recuerdo que para
cuando volví en mí Nick ya se había girado completamente hacia nosotros y me
miraba con una cara de culpabilidad que no había visto en él hasta ahora, ni
cuando en el instituto casi consigue que me pongan un parte por su culpa.
-¿Qué estás…?- No conseguí terminar mi frase, ni siquiera sé
si había logrado decir aquellas palabras con la suficiente claridad como para
que el resto las entendieran, pero el shock que me había producido el ver a
Nick allí aún tenía atrapada a mi mente y no me dejaba pensar con claridad.
-¿Os conocéis?- Gracias a Dios que Iván rompió el silencio.
-Vamos juntos a clase desde los tres años- A Nick no parecía
sorprenderle toda esta situación, de hecho se había estado escondiendo de mí
desde que había llegado ¿Cómo se supone que me tengo que tomar esta situación?,
¿Me enfado por que me haya ocultado que conocía mi secreto y que además lo
compartía?, ¿Me alegraba por poder tener a alguien con quien poder compartir
todo esto y que además es de confianza?...
-De hecho Nick es mi mejor amigo- Añadí con un tono en el
que se podía apreciar claramente mi descontento.
-Perfecto, entonces lucharéis vosotros dos primero- Ahora
que le voy conociendo un poco más parece que Iván realmente se parece un poco a
Rodrigo.
-¿Luchar?- Nuestras caras de asombro hicieron que nuestros
tres maestros se rieran al unísono, empiezo a creer que el ser cruel viene con
lo de ser dragón.
-¿Qué pensabais que iba a ser el entrenamiento especial?-
Ahora que lo pensaba tenía mucho sentido. Nosotros luchábamos entre nosotros
mientras ellos miraban y charlaban juntos. No se cómo serán Kelly e Iván, pero
eso a Rodrigo le pegaba mucho.
Pensé en todo lo que había practicado con Rodrigo estas
semanas y en cómo mi forma de luchar había mejorado notablemente, aunque según
como luchaba al principio tampoco tenía por qué significar que luchaba bien. Me
vino a la cabeza que quizás con mucha suerte podría llegar a golpear a Nick y
no me lo pensé más.
-Por mí está bien, lucharé con Nick- Por la cara que puso
Nick al mirarme supe en seguida que había pillado mis planes de vengarme de él.
-No voy a pelearme con una chica- Buen intento Nick, buen
intento.
-Sabe que le derrotaré, por eso no quiere- de hecho
seguramente fuera yo quien iba a acabar peor en esa lucha, pero confiaba en que
Nick fuera indulgente y no me golpeara muy fuerte.
-Bueno la verdad es que eso a nosotros no nos importa-
Rodrigo siempre tan amable- Vosotros lucháis y nosotros os decimos vuestros
errores, esto funciona así y punto, así que dejaos de estupideces y comenzad a
luchar de una vez.
Nick y yo nos colocamos uno en frente del otro dispuestos a
luchar, al menos uno de nosotros.
-Las reglas son las de siempre, intentad acabar como sea con
el adversario, pero no os olvidéis de que esto es un entrenamiento. Empezad.
Me abalancé sin pensar siquiera en lo que iba a hacer a
continuación y conseguí tumbar a Nick en el suelo. Nick parecía intentar parar
mis golpes, pero no se dignó siquiera en intentar golpearme ni una sola vez, lo
cual solo sirvió para enojarme aún más. Lancé un puñetazo contra su cara pero
logró esquivarlo a duras penas.
-¡¿Y si llegas a darme bestia?!- Nick parecía seriamente
enojado conmigo ahora mismo.
-Mejor- Conseguí que Nick soltara mis muñecas y le arreé un
puñetazo en la mandíbula.
Nick se llevó las manos a la boca y logré ver que había
conseguido partirle el labio inferior. Creo que esta vez sí que me había
pasado.
-Está bien, ¡está bien!- Intervino Kelly separándonos- Es
suficiente- Si había que elegir, Kelly era mi maestra favorita. Ahora mismo
envidio muchísimo a Remi, seguro que entrenar con ella no ha sido tan horrible.
-¡No!- corearon Iván y Rodrigo al unísono.
-Sinceramente, este entrenamiento no parece tener ninguna
clase de sentido- Dijo Nick con la boca llena de sangre.
-No si solo ataca uno-Añadió Iván- Te he dicho mil veces que
en caso de que tengas que luchar de verdad, y para luchar de verdad primero
tienes que entrenarte, vas a tener que luchar tanto con chicos como con chicas,
y de cualquier edad. Así que olvídate de todas esas chorradas y si te digo que
luches tú luchas sin rechistar.
No me gustaría ser Nick en estos momentos.
-Ven Nick, te echaré un vistazo al labio- Kelly le hizo una
señal a Remi.- Luchad vosotros dos mientras.
Remi se acercó a mí con la misma sonrisa que antes.
-Te agradecería que a mí no me partieras el labio- Dijo con
su encantador tono francés.
Comenzamos a luchar y esta vez sí que parecía un verdadero
combate. Remi parecía todo un profesional, lanzaba los golpes rápidamente y sin
dudar ni un solo instante, pero no llegaba a golpearme, en el preciso instante
en el que el golpe estaba a punto de alcanzarme frenaba y daba un ligero toque
donde me iba a golpear. No conseguí golpearle ni una sola vez y a pesar de no
golpearme ni una sola vez me venció claramente.
Hicimos varias rondas tunándonos entre nosotros para luchar.
Nick y yo estábamos casi empatados, pero Remi nos superaba con creces, y tanto
Nick como yo acabamos cubiertos de moratones que nos habíamos hecho mutuamente
y sin una pizca de energía en todo el cuerpo.
Una vez nos trajeron de nuevo a la ciudad Nick y yo nos
quedamos a solas, creo que no me había sentido tan incómoda estando con Nick en
mi vida.
-Tú sabías lo mío- Acusé a Nick.
-No te puedes enfadar conmigo, tú tampoco me habías contado
nada.
-Por Dios, ¿el hecho de ir con el pelo blanco no te daba una
pista?, ¿Y por qué tú no tienes el pelo blanco?
-Ya cambiara de color, Remi tampoco lo tiene blanco…-¿Se
había picado?
-Podías haberme dicho algo, así no habríamos estado tan
solos en esto.
-Mi padre me dijo que no te contara nada, que era posible
que tú no supieras nada aún.
Me quedé muy sorprendida cuando oí que el padre de Nick
había hablado con él sobre esto. La verdad, a veces me gustaría contárselo a mi
madre y hablar con ella naturalmente sobre el tema.
-¿Hablas con tu padre sobre esto?- Me sorprendí a mí misma preguntándole
a Nick.
Nick me miró con cara de lástima al darse cuenta de que yo
había perdido a mi padre hacía ya tiempo.
-Lo siento, no era mi intención…
-Tranquilo, no me voy a morir por que me recuerdes a mi
padre. ¿Tu padre también es un dragón?
-Sí, y mi madre también.
Ambos nos quedamos en silencio y caminamos un rato sin
mediar más palabras. Me replanteé el contarle a Nick sobre la existencia de las
cartas que mis padres se mandaban mutuamente. Por fin podía estar segura de que
mi padre sí era un dragón, pero mi gran duda era si mi madre también era uno o
si siquiera conocía el secreto de mi padre. Por desgracia no había vuelto a
encontrar ninguna de las cartas de mis padres ni había visto ningún indicio en
mi madre que me diera una pista de lo que pasaba por su cabeza.
Me despedí de Nick. La verdad es que me había enfadado con
él realmente por no haberme contado nada aun sabiendo que yo también estaba
pasando por lo mismo, aunque por otra
parte también me alegraba el hecho de que ahora podría por fin hablar de esto
con alguien más, aparte de con Rodrigo.
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