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¿Qué quieres Lenore? – Lenore era mi hermana pequeña. Era totalmente opuesta a
mí; tenía siete años, la mitad de los míos. Su pelo era blanco con destellos gris
plateados, su labio inferior era carnoso, mientras que el superior era tan sólo
una fina línea dibujada en su cara. Sus ojos grandes de un tono de azul
grisáceo, eran tan brillantes que te podías ver reflejado en ellos. Sus
mejillas estaban siempre sonrosadas. Llevaba puesto su camisón blanco con
florecillas rosas que le llegaba por las rodillas. Iba descalza y tenía el pelo
recogido en dos coletitas altas.
Me miró con una sonrisa de oreja a oreja.
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¡Ven, hermanito! ¡Ven! – dijo tirando de mí con todas sus fuerzas
Recorrimos el largo pasillo de madera desgastada. El suelo crujía bajo
nuestros pies. Llegamos a la escalera. Allí, en la entrada, nos esperaba una
chica de unos veinte años. Tenía el pelo castaño, ondulado y le llegaba por
debajo de los hombros. Sus oscuros ojos destacaban frente a su rostro pálido y
húmedo por la lluvia. Llevaba una gabardina crema, que le llegaba por las
rodillas y unos tacones marrones.
Bajo el brazo, sostenía un pequeño paquete envuelto con un papel de
periódico.
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¿Sois Oliver y Lenore? – su voz tenía un toque aterciopelado.
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Si, señora – la dulce e infantil voz de mi hermana hizo reír a la chica.
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Esto es para vosotros – nos entregó el paquete y seguidamente, agitó la mano
para despedirse de nosotros y desapareció por la gran puerta.
En cuanto se hubo ido, abrimos el paquete: dentro había un pequeño
libro, con las cubiertas de cuero marrón. Lo abrí y me arrodillé para que mi
hermana pudiera verlo. Las páginas de papel reciclado estaban escritas con boli
y había algún que otro dibujo. En la contraportada sólo había un nombre: Irene.