lunes, 8 de julio de 2013

~11 ¿Bulling? ~

Era martes y apenas eran las seis y cuarto de la mañana, pero yo ya estaba en frente de la casa de Arian dispuesta a llamar al timbre. Hoy había sido previsora y había salido antes de casa, por si se volvía a repetir de nuevo la misma historia, así al menos tendría tiempo de buscar la casa de Arian por mí misma. Lo último que necesitaba ahora era que además de ser la peor luchadora de todos fuera también la tonta que se pierde en su propia ciudad buscando una casa a la que va varias veces a la semana.
Llamé a la puerta decidida a hacerlo mejor que el otro día y me volvió a abrir la puerta Muriel. Por si os lo preguntáis, sí, me achuchó de nuevo. La verdad no podía evitar imaginarme a Muriel caminando por la calle abrazando a todo el mundo que pasa lo suficientemente cerca como para cogerle. Aunque supongo que nos salude así a todos por el hecho de que ha visto crecer a todos y cada uno de ellos. Si esto fuera una familia, yo sería la hija recién adoptada.
Muriel me soltó y se lanzó a abrazar a un recién llegado. Pude reconocer a Nick una vez que Muriel le hubo soltado, o mejor dicho, una vez que Nick pudo zafarse de los brazos de Muriel.
Con todo mi orgullo, que no es poco, me giré tal y como había hecho la última vez que nos vimos y comencé a caminar ignorando su presencia.
-No te pongas orgullosa señorita “No se pelear”-Ahora sí que me había enfadado de verdad.
Le miré entre sorprendida, por haberme insultado de una forma tan cruel, y asqueada. Nick se tapó la boca con ambas manos en un vano intento de borrar lo que acababa de decir. Fue a soltar una disculpa, pero yo ya había comenzado a subir las escaleras rápidamente.
Subí a la sala con Nick aún pegado a mis talones y suplicándome que le perdonara. Así es Nick, nunca trata de ofender a nadie, pero había conseguido tocar una de mis fibras sensibles y esto no se lo iba a perdonar tan fácilmente. Le dejaría sufrir por un tiempo, es tan inocente.
La atmósfera de la sala fue pésima. Para mí, claro está. Todos habían llegado y estaban sentados charlando tranquilamente entre ellos. Todos salvo Mónica, que muy “amablemente” se había levantado tras nuestra llegada.
-Nick no seas patético- el tono de Mónica no podía ser otro que la sorna que siempre utiliza al hablar conmigo o, claro está, en temas referentes a mí. ¿Se podrá saber qué le he hecho yo a esta tía para que me odie tanto?- No tienes por qué ir suplicándole una disculpa a alguien como ella.
Pude escuchar un par de carcajadas entre el resto, al menos habían tenido la decencia de intentar disimularlas…un poco.
Me quedé mirando fijamente a Mónica sin apenas pestañear, centrando toda mi rabia y odio en esa mirada.
Nick me puso la mano en el hombro logrando que me calmara un poco. No sé cuánto tiempo había permanecido así, pero al notar la mano de Nick posándose en mi hombro pude fijarme en que estaba hiperventilando y al parecer, por el ardor en mis mejillas, tenía la cara roja de rabia, la rabia que profeso a esa estúpida de Mónica.
-¿Qué pasa? ¿Quieres pelear conmigo?-Miré bien a Mónica, todo en ella parecía gritar que era la mejor, una especie de diva en potencia- Aunque te recomiendo empezar con Liam y Nerelé.
Miré a Liam, el chico que parecía el más inofensivo del mundo. Recordé cómo había luchado el otro día y a pesar de ser uno de los peores del grupo me podía vencer con toda la facilidad del mundo.
La otra interesada era Nerelé, la niña de diez años. La verdad, ella sí podía ganarme con toda la facilidad del mundo. La niña luchaba que daba gusto verla. Tenía una técnica increíble, pero por desgracia a pesar de su técnica aún era una niña y su fuerza no era mucha.
Esta vez la sala si se llenó de carcajadas, aunque provenían de la pija de Mónica y el capullo de Manu.
Estaba a punto de llorar, notaba mis lágrimas querer desbordarse y caer, lo cual habría sido un tanto lamentable por mi parte. Como no quería que a mi currículum le añadieran también que era la llorona del grupo aparté a Nick de un empujón y salí corriendo a la calle ya llorando a moco tendido.

Me sentía el ser más patético del mundo, y de hecho es posible que lo fuera.
Ahora mismo lo único que me apetecía era darle una paliza a Mónica, lo cual estaba más que descartado, y no volver a ese lugar nunca más, aunque seguramente Rodrigo no me permitiría abandonar las clases de Arian nunca.
Miré a mí alrededor, estaba en el camino equivocado y para mi desgracia aún no había amanecido. Caminé un poca más hasta encontrarme un banco donde podía sentarme.
Eso era para todo lo que valía, para sentarme en un banco y ponerme a llorar por lo patética que era.
Noté cómo alguien se sentaba a mi lado. Seguramente Nick dispuesto a consolarme, pero ahora mismo no me apetecía que nadie me viera llorar.
-¡Déjame sola y lárgate con tus amiguitos!- Sé que mi tono había sido demasiado borde, sobre todo porque había venido hasta aquí para consolarme, pero me daba igual.
-No te creas que somos tan amigos, yo tampoco he estado mucho con ellos- Me sobresalté, esa voz no era de Nick. Miré a la persona que había hablado y era una de las últimas personas a las que esperaba ver, detrás de Mónica y Manu. La chica que me había seguido era la melliza, ¿Beth?- Sé que nuestras situaciones son muy diferentes, pero yo también he estado separada de ellos por mucho tiempo y aunque les conozco desde que nací a veces me siento como una intrusa entre ellos.
-¿No te caen bien?- Negó levemente con á cabeza. Parecía estar en otro lugar.
-No es eso. Tuve un accidente con uno de…de los otros- Parecía como si hablar de ello le costara más que respirar plomo- A mi familia y a mí nos atacó un grupo de ellos y desde entonces les tengo pánico y a luchar y, bueno en general, a todo esto. Por eso no iba a venir a entrenar con Arian en un principio, pero no quiero continuar así por siempre, ¿Sabes?
Miré a Beth, todo en ella parecía indicar que no estaba nada cómoda y que estaba preparada para salir corriendo a la más mínima amenaza.
No sé qué decir. Yo realmente lo siento- Ahora sí que me sentía patética. Mis preocupaciones son una soberana tontería, pero aun así no podía evitar querer echarme a llorar cada vez que Mónica abría esa bocaza suya.
-Mónica no es tan mala cuando la conoces. Y si me dejas darte un consejo deberías acercarte más a Liam, Remi y Francine y olvidarte del resto. Bueno, claro está que no de Nick y de mí, yo ya te considero una de nosotros- Al menos tenía una amiga más entre ellos.
-¿Y de tu hermano?
-Olvídate del resto por ahora…Raff no es malo, pero es un auténtico pesado nunca me deja en paz.
Me miró con cara de complicidad y ambas nos echamos a reír como si no hubiera mañana.
-Deberíamos regresar si no queremos que Arian nos regañe…ya debe de haber entrado en clase.
-Ve tú. A mí no me apetece mucho ahora mismo- Beth asintió, debía de intuir que no tenía planeado regresar a la clase de Arian.
-Pues si no vas a entrar te tocará esperar a Nick aquí, el pobre parecía  a punto de enloquecer de preocupación.

Una vez que Beth se hubo ido permanecí allí sentada pensando en cómo iba a reaccionar Rodrigo en cuanto se enterase de que me había saltado una clase de Arian y que no tenía planeado volver nunca más.
El tiempo parecía haber pasado rápidamente, seguramente me hubiera quedado dormida.
Nick había llegado a donde yo me encontraba y se había sentado silenciosamente a mi lado. Al parecer parecía intuir que no tenía muchas ganas de hablar del tema y ambos emprendimos nuestro camino a clase silenciosamente.
-No hagas mucho caso a Mónica, ninguno lo hacemos de todas formas- Sé que lo que decía era cierto, según me había dado a entender Beth, pero aun así me daba rabia que siempre tuviera esos aires de superioridad.
- Ya, pero no es…
-¡Irene!- alguien me llamó de improviso dejándome con la frase a medias.
Juraría que había oído esa voz antes, pero ¿Dónde? Miré a mí alrededor buscando a la dueña de la voz. Una vez que la vi un escalofrío me recorrió toda la espalda.
Era la chica que había visto no hacía mucho cuando iba a recoger a Nerea. Y si mi memoria no me falla era una de los dragones de los lagos. Agarré el brazo de Nick frenándole en seco.
-¿Irene?
Nick se quedó sopesándonos a ambas con la mirada.
Aelín se acercó aún más a nosotros para nuestra desgracia. Según la reacción de Nick se puede deducir que él no tenía ni la más mínima idea de quién era esa chica.
-Valla, ¿hoy no está tu querido maestro cerca? Menuda lástima- La cara de Nick pasó de la indiferencia al terror en un instante.
-¿Es…?- Asentí ante la silenciosa pregunta de Nick. Ambos nos preparamos para salir corriendo.
-¡¿Qué está pasando aquí?!- Tanto Nick como yo nos quedamos profundamente aliviados de ver a Ángel acercándose hacia nosotros- Me da mí que estás molestando a estos dos, así que lárgate, por favor.
-¡Por supuesto!, no era mi intención molestar- No sé qué es lo que hacía que cada palabra que salía por su boca me provocara escalofríos.

Ambos tres permanecimos quietos hasta que Aelín desapareció por completo.
-¿Os estaba molestando?- Ahora Ángel era quien se nos había quedado mirando fijamente. A ver cómo explicamos esta situación sin desvelar que somos dragones.
-No, es sólo que…es una prima de Nick, ¿Verdad?- Nick me maldijo con la mirada.
-Sí, es mi…prima, está un poco loca y no nos llevamos muy bien. Problemas familiares, nada más.
-Tú prima-Dijo Ángel asintiendo lentamente. ¡Mierda!, no había colado. ¡Somos pésimos mintiendo! ¡Nos va a pillar!- Pues sí que debe caerte mal, porque estás temblando.
Nick y yo nos quedamos plantados en el sitio aún sin saber cómo reaccionar ante lo que acababa de suceder. Y para colma ahora Aelín nos acosaba.

Llegué a casa, estaba agotada, enfadada y asustada por todo lo que había pasado, pero lo peor estaba aún por suceder.
Subí a mi habitación inocentemente dispuesta a tomarme una siestecita antes de comer y ahí estaba el, maldiciéndome con la mirada, quieto, como una estatua.
-¡¿Cómo narices has entrado?!
Rodrigo no reaccionó, siguió mirándome fijamente cruzado de brazos.
He de reconocer que sabe cómo acojonarme.
-¡Está bien! Lo siento- Miré de soslayo a Rodrigo esperando algún tipo de reacción por su parte, pero siguió mirándome así por un buen rato.
-Aun no lo has sentido- tragué saliva imaginándome infinidad de formas que Rodrigo podía emplear para torturarme-¿Cómo se te ha ocurrido la maravillosa idea de faltar a una clase del Maestro? ¿Sabes cómo me he quedado cuando me he enterado? ¡Petarda!- Rodrigo elevó el tono hasta gritar, suerte que no había nadie en mi casa.
-No quiero volver.
-Que no… ¿Qué no…?-Dijo entre leves carcajadas-¡¿Y a mí qué narices me importa si no quieres volver?!- Ahora sí que debió oírle mi madre, desde el trabajo- Como me entere de que vuelves a faltar a una sola clase de Arian sin que estés medio moribunda te juro que yo personalmente me encargaré de que lo estés.
-No voy a volver- Dije más vehementemente esta vez.
-Si lo harás- Continuó Rodrigo en sus trece.
-No, no lo haré. Estoy hasta las narices de ser el bicho raro, la que sobra- Rodrigo pareció relajar un poco el tipo- No soy parte de vosotros. No encajo y no creo que nunca lo haga. No sé por qué soy la única que no ha sabido nada de esto hasta ahora, pero sea por lo que sea ha provocado que esté fuera de lugar. A lo mejor es mejor así. Sobro en ese grupo y si lo que quieres es que aprenda a defenderme entréname tú.
-Irene, no sobras. Eres la nueva y ellos se conocen de toda la vida. Ten paciencia y verás cómo poco a poco vas encajando.
-No lo haré, y no quiero entrenar más con ellos. Además, sólo les retrasaría, me llevan años luz. Hasta Nerelé es mejor que yo y tiene diez años.
-Bueno, Nerelé no cuenta. Podría vencerme a mí…-Rodrigo se enfrascó en sí mismo. Pensando en una posible lucha entre Nerelé y él supongo-Está bien, tengo una idea…Hablaré con Arian para que me deje entrenarte durante a un tiempo y cuando veas que tu nivel ha subido y te creas preparada para volver con Arian regresarás, ¿De acuerdo?- Ambos estrechamos las manos, ahora era un trato- Está bien, mañana empezaremos a entrenar…por cierto, no te lo pienso poner fácil. Habrá entrenamientos todos los días- Me pareció oír una risa maléfica, ya sabía yo que Rodrigo no podía ser tan amable…

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